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La falta de componentes electrónicos a la hora de la fabricación comienza a ser algo preocupante, se ha hecho notar en este 2021 y tiene intención de agravarse en el próximo año ya que no presenta indicios de recuperación, más bien de lo contrario.

Este problema está afectando a dispositivos de todo tipo, como son los smartphones o los ordenadores, cosa que impide que los fabricantes puedan vender con tanta asiduidad como antes. 

¿Cuál es el origen del problema?

La pandemia afectó (y aún continúa) a casi todos los ámbitos de nuestra vida de manera negativa. Muchas de las empresas tuvieron que echar el cierre, y eso ha ocurrido también en las empresas de chips. El cierre de estas en los confinamientos se ha cruzado con la alta demanda de dispositivos electrónicos, algo normal en tales circunstancias (clases online, entretenimiento, teletrabajo etc.). A día de hoy se necesitaría tiempo para satisfacer toda la demanda actual, que trae cola, además de ponerse al día con las futuras. Otro de los daños colaterales que puede tener la escasez de los semiconductores es la posible subida de precios.

¿Cuál es la solución?

Está claro que la decisión idónea pasa por invertir en fábricas de semiconductores tras una producción prácticamente paralizada. Algunos países como China han puesto en marcha un plan de inversión con el que quieren dejar de depender los semiconductores de Estados Unidos. Europa parece que puede ir por el mismo camino. Algunas empresas de procesadores gráficos han optado por recurrir a algunas de sus tarjetas gráficas más antiguas para satisfacer la creciente demanda de GPU en medio de una escasez global de componentes de PC y conjuntos de chips.

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